RA vivían de alquiler en un barrio céntrico de Madrid cuando contactaron con nosotras. Se habían comprado un solar en la sierra: el entorno y la distancia les ofrecían amplitud y la oportunidad de desafiar las problemáticas de acceso a la vivienda con las que se encontraban dentro de la ciudad. Poder soñar con una vivienda en propiedad, y al mismo tiempo, disfrutar de los privilegios de la vida al exterior. La ubicación escogida, era conocida y la decisión, premeditada: ambos son amantes de la naturaleza, de sus tareas y rutinas, de las plantas…
Firmes y con las ideas claras en cuanto a las fuentes de inspiración, imaginaban una casa con amplios ventanales, llena de luz, de estilo colonial, americano. Con porches y cubiertas inclinadas, oscuras…, con listones de madera, despieces, texturas, blancos, contrastes…, con algún toque rústico en piedra al exterior. De materiales respetuosos y con un bonito jardín.
Después de vivir años entre paredes rígidas y espacios de pisos obsoletos, anhelaban una cocina abierta conectada a un gran salón, que pudiera extenderse al exterior y diluirse con el jardín verde para compartir tiempo y espacio con amigos. 3 habitaciones dobles, dos baños y mucha capacidad de almacenaje. Y con el tiempo, poder construirse una pequeña piscina al fondo de la parcela.